Seis años después de la última visita norteamericana a Ibermúsica, el pasado jueves 30 de marzo recibimos a la St. Louis Symphony Orchestra en una cita única en España. A la batuta disfrutamos de su director titular Stéphane Denève y, como solista invitado, el prestigioso pianista Víkingur Ólafsson. Tras abrir la velada con "El amor de las tres naranjas" de Prokofiev, la orquesta le acompañó en el "Concierto para piano y orquesta en la menor" de Edvard Grieg. Tras dedicar unas palabras de agradecimiento al público y apuntar que se trataba de su primer concierto con orquesta en nuestro país, el islandés ofreció el Andante de la Sonata para Órgano No. 4, BWV 528 de Bach. La agrupación completó el programa con las "Danzas sinfónicas" de Rachmaninoff y cerró la cita con dos propinas: la obertura de Candide de Bernstein y Farandole de la Suite No. 2 L'Arlesienne de Bizet. Tanto Stéphane Denève como Víkingur Ólafsson se presentaron en Ibermúsica con este concierto.

Víkingur Ólafsson – Bach: Organ Sonata No. 4, BWV 528: II. Andante [Adagio] 

<< Es Ólafsson un pianista especial, qué duda cabe. Los medios, huelga decirlo, son extraordinarios. Técnica y mecánica de una enorme solidez, sonido poderoso, redondo, de gran belleza, ancha dinámica y asombrosa riqueza de matices y colores (…) hay, en esa idea interpretativa de Ólafsson, mucho de fantasía, llevada a su máxima expresión en una cadencia magnífica, brillantemente realizada. Admirable la naturalidad, también muy libre, del lírico canto del segundo movimiento (…) [propina Bach] lo que consiguió fue magia pura. Delicado, majestuoso, siempre resonante, con un manejo asombroso del pedal, la partitura bachiana fue creciendo hasta alcanzar, sí, unas resonancias genuinamente evocadoras de las del órgano, para luego apagarse poco a poco (¡qué manejo de la gradación dinámica!) en una interpretación de una intensidad realmente mágica (…) [Denève] se mostró expresivo y claro en el gesto, atento a la expresión y preciso en las indicaciones. Su batuta maneja planos con habilidad y gobierna con variedad plausible de colores y matices. Construyó con inteligencia, intensidad y buen colorido la sonriente, a veces picante y en ocasiones hasta grotesca partitura de Prokofiev, con brillantísima respuesta orquestal en todas sus familias, bien evidente en el número más conocido de la suite, la famosa Marcha (…) El éxito fue comprensiblemente grande (…) El entusiasmo contagió a Denève, que ofreció una vibrante interpretación de la Obertura de Candide, de Bernstein. Las reiteradas ovaciones arrancaron otra propina: la Farandole de la Segunda suite de La Arlesiana, de Bizet. El maestro francés hacía con ella un guiño a la música de su terruño. La Sinfónica de St Louis ha tardado un poco en regresar, pero lo ha hecho a lo grande, sin duda >> Scherzo

Fotografías: Rafa Martín/Ibermúsica