Ibermúsica comienzó el mes de noviembre recibiendo a una de las agrupaciones más prestigiosas del mundo, la Royal Concertgebouw Orchestra Amsterdam, con una doble cita el martes 1 y el miércoles 2 con la dirección del maestro Daniel Harding.

En el primero de los dos conciertos ofrecieron la evocadora Sexta Sinfonía de Beethoven, Pastoral, y el Concierto para violín de Johannes Brahms acompañando a un solista invitado de lujo: el aclamado Leonidas Kavakos. La segunda cita comenzó con el estreno en Madrid de Mais le corps taché d’ombres del joven compositor neerlandés Rick van Veldhuizen, un encargo de la Royal Concertgebouw Orchestra Amsterdam y la Fundación Mahler para el Festival Mahler 2020. A continuación ofrecieron la última sinfonía de uno de los compositores predilectos de la orquesta: la Sinfonía núm. 9 de Gustav Mahler. Este mismo programa fue interpretado un día antes en el Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA).

Estas son algunas de las críticas recibidas en sus conciertos en España.

<<La alegría de vivir invadía su forma de transmitir el pausado ländler que inicia el segundo, en el que se aprecian los distintos estados de ánimo del compositor que requieren de la dirección un claro contraste de sus danzantes tres temas y la reafirmación de la coda como elemento desencadenante de la presencia constante y hasta inminente de la muerte en el ánimo del autor. La orquesta entraba así en un estado de incomparable perfección expresiva, sometiéndose a las indicaciones del director a la vez que dejaba la sensación de que podía llegar a un más alto grado de emocionalidad (…) Los vítores de muchos músicos presentes en la sala estallaron junto a los del público en una ovación unánime pocas veces vivida en el ADDA. Sin duda este concierto quedará en la historia del auditorio alicantino como un momento top de su programación que, gracias a su dirección artística, es considerado cada vez más como una de las principales salas de conciertos de España por la calidad y diversidad de sus contenidos>> José Antonio Cantón, Ritmo

<<Es Harding un maestro de gesto justo, elegante, directo, extremadamente elocuente y preciso, pero nunca disruptivo. Que sus maestros hayan sido Rattle y Abbado ha tenido en ello sin duda una influencia grande. Gobierna con exquisita atención al detalle y consigue una claridad extraordinaria en los planos. Todo se escucha con nitidez, pero no desde un discurso frio o analítico, sino desde un planteamiento natural, expresivo, cuidadísimo en sonoridad y matices, con un manejo preciso de cada regulador y cada acento, dejando respirar a la música, pero dotándola del colorido expresivo requerido en cada momento. Sacó Harding el mejor partido de la magnífica respuesta de la orquesta neerlandesa(…) Una interpretación tan exquisita y bien planteada como alejada de aparato o artificio, y testimonio de un estupendo director, creo que uno de los mejores del panorama actual. El éxito, bien grande, estuvo en consonancia con la estupenda velada>> Rafael Ortega Basagoiti, Scherzo

<<La combinación prometía un desenlace feliz y cabe adelantar que así fue, regalando casi dos horas de excelente música (..) Al violinista griego, a nivel técnico, no se le puede exigir más de lo que él mismo se exige: una de sus puntos fuertes es la capacidad de conjugar la rotundidad de un sonido que nunca se resiente frente a la masa orquestal con un timbre en el que se aprecia una ligereza y agilidad naturales. Por otro lado, cabe destacar la amplia visión sobre la obra, entendida en su integridad, aportando la singularidad de cada pasaje contiene. El equilibrio con la orquesta fue mérito tanto del solista como de la formación y su director, siendo Harding una batuta meticulosa y atenta a las exigencias del solista. (…) Se ponían muchas expectativas en este concierto, pero quedaron satisfechas porque nunca deja de ser sorprendente el que una solidez y un conocimiento tan profundo de las obras no haga mermar en cierta frescura y espontaneidad. Esa síntesis entre ambos polos es lo que probablemente no deja de causar la impresión de plenitud frente al tan antológico programa que brindaron la RCO, Daniel Harding y Leonidas Kavakos>> Leonardo Mattaña Ereño, Bachtrack

<<Lo más valorable de Daniel Harding: saber innovar, tener buenas ideas para sorprender, dentro de los cánones y el estilo, evidentemente y que en cada momento se le entienda lo que quiere conseguir. Obviamente, de forma complementaria, está la magnífica orquesta del Concertgebouw, cuya riqueza dinámica, sonido diáfano y textural, tímbrica, transparencia, empaque y empaste, conjunción, actitud, aptitud, etc., parece no tener tasa.  El concierto completo, y esta Sexta sinfonía de Beethoven, fueron muy del gusto del público, que llenaba casi prácticamente el Auditorio Nacional de Música de Madrid, que se rindió a la sensibilidad de Daniel Harding y a la fantástica RCO. A nosotros se nos hizo muy corto, intentando escudriñar cómo se puede hacer fácil lo difícil, con unas maneras tan cuidadas y observando nuevos enfoques en la interpretación de un repertorio -sobre todo en la Sexta- que es bien conocido por cualquier amante del sinfonismo, pero que por mor de un trabajo tan elaborado es capaz de sorprender y llegar más y mejor al escuchante. Desde luego, no nos extraña que por eso a Daniel Harding le encante volar y sea su segunda profesión>> Óscar del Saz, Codalario

 <<Para Mahler, el concierto era un acontecimiento sacro, exigía perfección y entrega y hacía un recorrido desde la orquesta hasta el público que convergía en la figura del director como chamán que condensaba toda la energía.Y esta es una de las claves de lo que aún emana de sus obras en directo. Una orquesta de alta calidad es condición necesaria, pero no necesariamente suficiente, precisa de un director magnético y una alta concentración en la sala. La Concertgebouw, en su cita madrileña, de la mano del director británico Daniel Harding, alcanzó cotas muy elevadas de esa (…) Decía el crítico y divulgador británico Norman Lebrecht en su libro ¿Por qué Mahler?: “El director Ernst Lert, que escuchó a Mahler dirigir muchas veces, escribió que éste tenía una personalidad dividida entre el compositor, que exigía exactitud, y el director, que buscaba libertad de expresión. Si aceptamos esta teoría, la noción de una interpretación perfecta de Mahler se convierte en algo imposible, y cada versión de su música no es más que un pequeño paso en una eterna revolución”. Ayer, martes, Harding y la Royal Concertgebouw oficiaron uno de esos pequeños pasos >> Jorge Fernández Guerra, El País

<<Aunque es un término que ha perdido la mayor parte de su valor, fue emocionante volver a la “normalidad” con Ibermúsica, o, lo que viene siendo lo mismo, tener la oportunidad de escuchar en programa doble a la Royal Concertgebouw Orchestra. A sala prácticamente llena en ambas sesiones, la orquesta holandesa propuso alguna de sus especialidades (Mahler) y contó con un solista de lujo (…) La magnificencia del concierto llegó en la segunda parte, con la Sexta Sinfonía de Beethoven. Para una orquesta con solistas de viento-madera como los de la formación holandesa esta obra es un escaparate prodigioso. Fantástica propuesta sonora por parte de la orquesta en el primer movimiento —con un cuidado tímbrico poco común— y en la fogosa tormenta, preparada por el director británico extremando las dinámicas tanto como su búsqueda de contrastes. Pero fue el segundo movimiento donde todo cobró sentido. La distribución orquestal, con los contrabajos centrados tras la orquesta en último término, se demostró perfecta para construir la evocación de la escena en el arroyo, emocionando por la profundidad de significado del sonido, su vocación descriptiva y por la capacidad de trasladar la belleza intangible al pentagrama>> Mario Muñoz Carrasco, La Razón

<<Con la doble presencia de la excepcional Royal Concertgebouw Orchestra en los ciclos de Ibermúsica, ambas con la dirección de un asentado maestro entre la élite como es Daniel Harding, vivimos el día más brillante con Beethoven y Brahms y la noche más larga con esa música fronteriza como es la Novena Sinfonía de Mahler, un pasadizo hacia los rincones más dolorosos del alma humana (…) Para la memoria queda (y no es fácil explicar con palabras que ocurrió esa noche) la catástrofe que se desarrolla durante el incomparable primer movimiento, que vaticina el siglo de las guerras, mostrada por un Harding que sabía muy bien lo que tenía entre manos, o el sarcasmo incesante de los dos movimientos centrales (especialmente agotador el tercero, repleto de insinuaciones por la batuta), para atacar con indescriptible belleza sonora el cuarto, música del más allá que Harding mantuvo en pulso firme y donde Mahler anuncia la mayor pesadilla posible para nuestra propia especie, la extinción del ser humano>> Gonzalo Pérez Chamorro, Ritmo

Créditos: Rafa Martín/Ibermúsica