Considerado por muchos el mejor violonchelista de las últimas décadas y uno de los solistas más destacados de todos los tiempos, Yo-Yo Ma regresó el pasado miércoles 26 de octubre a Ibermúsica de la mano de la gran pianista Kathryn Stott, compañera de escenarios del músico desde hace cuatro décadas. El dúo inauguró la temporada 22/23 de Ibermúsica con un apasionante viaje por diferentes culturas en un programa que, con las raíces de lo popular como hilo conductor, combinó obras míticas del repertorio para esta formación, como Le Grand Tango de Piazzolla, con composiciones populares como Gracias a la vida de la chilena Violeta Parra o Shenandoah. El público de Barcelona pudo disfrutar, también, este programa en el recital que ofrecieron un día antes en el ciclo BCN Clàssics.

Recogemos en esta entrada algunas de las impresiones recogidas por la crítica.

<<Ma puso de manifiesto que es, probablemente, el mejor violonchelista vivo, con un sonido intenso y delicado, una sensibilidad dulce y una musicalidad que utiliza como una varita mágica con la que embellece cualquier pieza que interpreta. Nunca nos cansaríamos de escuchar la música que sale de su violonchelo, por su potencia hipnótica. A su lado, Kathryn Stott tocó con gran variedad y amplitud de registros, desde la dulzura de Mendelssohn hasta la agitación rítmica de Piazzolla, pasando por un delicado sonido de cristal en la canción popular Shenandoah (…) las Cuatro piezas románticas de Dvořák, fueron una delicia absoluta, donde Ma se escuchó como pez en el agua, con un legato de seda lleno de elegancia y un sonido que voló sin ser volátil. Junto a Stott, fue como si cada pase de arco fuera el paso de un bailarín>> E. Álvarez Forges, Núvol

<< En el aspecto interpretativo, pudo apreciarse durante todo el evento esa mezcla de humana comunicatividad y contenida sobriedad del artista franco americano, así como su plena compenetración con la pianista inglesa (…) el sonido del piano de Kathryn Stott surgió bello, amplio y colorido en la tradicional Scarborough fair con difíciles pizzicati con ambas manos para el chelo y en la también plena de ecos populares, en este caso del folklore americano de principios del XIX, Shenandoah (…) Uno de los mejores momentos de la noche fue la interpretación de De la vida judía de Ernst Bloch, en la que el violonchelo, siempre comunicativo y sensible del artista franco-estadounidense, expresó el sentido contemplativo y evocador, el lamento sereno y el canto recogido e intenso de sus tres partes, oración, súplica y canto judío. Todo ello con abundante presencia de evanescentes pianissimi, vaporosas sfumature y una impecable compenetración con el teclado, tan concentrado como apropiadamente reflexivo, de Stott >> R. Chamorro Mena, Codalario

<<Desde el primer momento destacó su interpretación extremadamente delicada y perfectamente compenetrada con su pareja. (…) haciendo gala de una maestría técnica impresionante, una digitación virtuosa y un movimiento de arco que hacía que la música fluyera con una elegancia asombrosa, mientras iba dejando las partituras ya tocadas dentro de una caja que tenía al lado (…) Los bises fueron hacia los musicales, con un precioso Somewhere over the rainbow y We'll meet again, de tonos jazzísticos, que remató una noche de grandes emociones>> M. Porter, Ara

Créditos: Rafa Martín/Ibermúsica

<<Nos ha ofrecido ahora un programa más ligero, en algunos momentos espumoso, en otros nostálgico o romántico, en otros meditativo o soñador. Una muy variada panoplia de emociones y sugerencias, un cúmulo de principios estéticos (…) Ma se exhibió a conciencia, sobre todo en las 4 Piezas románticas de Dvorák o en el Libertango de Piazzolla (en arreglo de Stott) y mostró su bello y bien cincelado sonido, no muy grande, sus maneras expresivas, sus acentuados rallentandi, a veces excesivos, su amor por la línea sinuosa, su habilidad para la regulación de dinámicas, su eventual delicadeza, sus exquisitos pianísimos y su capacidad para cantar; y siempre sonriente y bienhumorado. Su entusiasmo es contagioso>>. A. Reverter, La Razón

<<Hay trayectorias en el mundo de la música que se explican nada más mencionar el nombre, en las que es suficiente evocar una imagen para comprender la trascendencia del intérprete. Cuando éste es el caso, podríamos definir a estas personas como leyendas. Ciertamente Yo-Yo Ma hace parte de esta categoría, por su dilatada carrera, por el dominio del instrumento, por su personalidad empática y comprometida más allá de los escenarios (…) El sonido que Ma consigue de su instrumento es simplemente ensoñador: posee una limpidez y una afinación rayanas la perfección, un timbre que destaca por su tersura, al igual que un fraseo que se desarrolla con naturalidad>> L. Mattana Ereño, Bachtrack

<<El sonido es hermoso, dulce y capaz de variado y rico colorido, muy a menudo progresado desde un magistral manejo de reguladores, con un arco que a veces se antoja de imposible levedad, y un vibrato que llega a tener recorrido muy amplio en determinadas ocasiones, pero que es graduado y medido con exquisita inteligencia para servir su propósito expresivo. Y es ese propósito y, en fin, la extrema implicación que el francoestadounidense transmite en cada pentagrama, lo que consigue que las interpretaciones tengan un carisma y un magnetismo tan especial (…) Uno siempre sale con una sonrisa, con un espíritu positivo, y con ganas de verle de nuevo. Pero solo el espíritu con el que uno sale ya es mucho, en los tiempos que corren. Es lo que tiene escuchar y ver a un artista que encarna de manera tan especial y humilde un entendimiento profundamente humano de la música>> R. Ortega Basagoiti, Scherzo

Créditos: Rafa Martín/Ibermúsica