La Royal Philharmonic Orchestra, una de las agrupaciones inglesas de mayor prestigio, regresó a España de la mano de Ibermúsica para ofrecer tres conciertos: una doble cita en el ciclo madrileño, miércoles 19 y jueves 20 de abril, y una velada en Alicante el viernes 21 de abril.

Junto a su director musical, el premiado Vasily Petrenko, ofrecieron dos programas con obras de Sibeluis (Finlandia), Bruch (Concierto para violín núm. 1 en Sol menor op.26) y Prokófiev (Romeo y Julieta, selección de suites núm. 1 y 2) en su primer concierto en Madrid y, tanto en la segunda jornada como en el Auditorio de la Diputación de Alicante, Dvořák (Concierto para violonchelo) y Chaikovski (Sinfonía Manfredo op. 58).

La agrupación contó con dos grandes solistas invitados: la violinista Esther Yoo, que ofreció Souvenir d’Amerique de Henry Vieuxtemps como propina y el violonchelista Narek Hakhnazaryan, que debutó en Ibermúsica en esta cita y cerró su actuación con la Suite para violonchelo solo, III de Gaspar Cassadó. En sus dos noches en Madrid, la Royal Philharmonic Orchestra cerró sus conciertos ofreciendo al público el Grand pas espagnol de Raymonda de Alexander Glazunov.

Estas son algunas de las críticas recogidas en prensa.

<< [Finlandia] Proporciona ocasión para el lucimiento, aunque también para el exceso, de los metales, y exige también plenitud y agilidad a la cuerda. Demostró inmediatamente su magnífica calidad la de la orquesta británica, bien cohesionada, de sonoridad redonda y poderosa, y de envidiable agilidad de articulación (…) Quien esto firma no había tenido ocasión de escuchar a Esther Yoo con anterioridad. Debo confesar que la sorpresa fue tan grande como agradable. La joven estadounidense evidenció, desde su perorata inicial, un sonido precioso, lleno, redondo, de vibrato justo y de una precisión milimétrica en la afinación, siempre segurísima. Sonido, además, de envidiable empaque y presencia. Más aún, Yoo tiene una claridad de dicción prodigiosa. Todo, incluso en los pasajes más rápidos, se oye con claridad cristalina. Acordes y pasajes de dobles o triples cuerdas suenan exactos y con ataques inmaculados, y la riqueza de matiz y color es francamente notable (…) mostró siempre un criterio y gusto musical envidiable (…) [Romeo y Julieta] Petrenko conoce muy bien el carácter de una música que sin duda siente como muy próxima. Y dirigió, con su gesto claro y siempre expresivo, una interpretación bien contrastada, de apropiada intensidad dramática cuando así se requirió, pero también envidiable agilidad y vivacidad cuando el carácter lo demandaba. La suya fue una lectura vibrante, muy bien construida y matizada. Le respondió la orquesta inglesa confirmando lo que se adivinó ya en la página inicial de Sibelius. Magnífica cuerda, de envidiable agilidad, preciso empaste y redonda presencia a lo largo de toda la tarde >> Scherzo

<< La Sinfonía Manfredo, op. 58 de Chaikovski (…) permitió a Petrenko explorar con mayor detenimiento tímbricas y volúmenes (…) En su grandilocuencia, el compositor ruso se pasea por la forma y el fondo, de lo trágico a lo cotidiano, permitiendo a la orquesta una visión privilegiada del alma humana. Petrenko se acerca a esos paisajes con hondura, desde el “Lento lugrubre” que remarca el sentido dramático de las notas hasta el tutti posterior, en un ascenso dinámico complejo que describe el deambular montañoso de Manfred. La Royal Philharmonic Orchestra demostró el motivo de la bien ganada reputación de su cuerda, apoyándose en ella para la lectura del tercer y, sobre todo, cuarto movimiento. El “Allegro”, donde se junta la aparición de Manfred en mitad de la bacanal y su muerte, lo mantuvo el director ruso con pulso, robustez y sentido de lo heroico a través de los metales >> La Razón

<< [Esther Yoo] Su sensibilidad y cuidado fraseo brilló especialmente en el bellísimo segundo movimiento, en el que lució la mejor arma de Yoo, la cantabilitá. Tanto la violinista como la batuta de Petrenko –impecable y colaboradora- supieron evitar el exceso de azúcar que a veces, aparece en este segundo capítulo del concierto. El allegro fue enérgico, como está marcado, tanto por parte de la orquesta como de la violinista, que demostró suficiente destreza y dominio del arco. Las ovaciones del público fueron premiadas con una propina, Souvenir d’Amerique de Henry Vieuxtemps (…) [Romeo y Julieta] Petrenko y la Royal Philarmonic ofrecieron una selección de las dos primeras suites redondeando una estupenda interpretación. El gesto tan claro como elegante del director ruso y su sentido de la organización se impusieron desde el primer momento en una labor en la que, además de un aquilatado sonido orquestal y transparencia en las texturas, supo contrastar la espectacularidad algo inquietante de la marcha de los caballeros con la agilidad de los pasajes más danzables (…) Bellísimo detalle de Narek Hakhnazaryan, al tocar como propina música española. En concreto, el final de la Suite para violonchelo solo de Gaspar Cassadó (...) Hakhnazaryan pudo lucir sus virtudes y certificó su mejor momento de la noche (…) [Manfred] Las maderas (...) brillaron especialmente en los movimientos tercero y cuarto junto a la magnífica cuerda, brillante, empastada, sedosa, de la orquesta >> Codalario