El pasado 25 y 26 de enero Ibermúsica recibió a la prestigiosa Münchner Philharmoniker en una doble cita con Krzysztof Urbański al frente de la formación como director invitado. El maestro polaco transmitió su pasión y su energía al frente de la agrupación alemana el miércoles 25 con dos grandes obras del repertorio sinfónico: la Cuarta Sinfonía de Gustav Mahler junto a la soprano Katharina Konradi (obra estrenada por el propio autor con la Münchner Philharmoniker, entonces denominada Orquesta Kaim), y la Sinfonía No. 6 de Shostakóvich. El jueves 26 acompañaron al violinista Nemanja Radulovič en el Concierto para violín en re Mayor, Op. 35 de Chaikovski y ofrecieron, además, los Cuadros de una exposición de Mussorgski. El solista ofreció como propina una brillante interpretación de los Caprichos Núm. 24 y Núm. 5 de Paganini (arr. A.Sedlar).

Krzysztof Urbański, Nemanja Radulovič y Katharina Konradi han firmado su debut en Ibermúsica con esta visita cosechando, entre otras, las siguientes críticas de la prensa especializada: 

<< La cuerda es imponente, apoyado en unas poderosísimas secciones de violonchelos y contrabajos (…) Fenomenal la madera, como luego tendremos ocasión de apuntar, y también el metal. Una orquesta, en fin, magnífica, sólidamente cohesionada, capaz de brillantísima sonoridad, exquisitos matices y una respuesta ágil y perfectamente ensamblada (…) construyó la Cuarta de Mahler (obra que en su día estrenó esta misma orquesta en 1901) desde una cuidada intención a matices e inflexiones y bella sonoridad (…) La orquesta sonó extraordinariamente, y brillaron diferentes solistas (…) [Konradi] El suyo fue un canto presentado con sencilla ternura (la voz, cálida y ligera, va muy bien para la ocasión), y seguro que los espectadores de las tribunas a ambos lados del órgano agradecieron que en algunos pasajes se volviera hacia ellos para que pudieran escucharla ‘de frente’ (…) [Shostakovich] Para enmarcar los solos de flauta y oboe en el primer movimiento, y también el magnífico y largo diálogo entre las dos flautas. Brillante el solista de clarinete en el segundo tiempo, muy vivo, y festivo, hasta travieso, el trepidante Presto, en el que se lució de nuevo la concertino, y que culminó en una coda brillantísima y exaltada. Excelente concierto, en fin, de una orquesta extraordinaria >> Scherzo

<< Uno se mete a crítico porque así paga su condición de gran músico fracasado. Por eso, en cuanto ve cualquier fallo sobre un escenario, saca el colmillo a pasear y muerde. Y así es feliz, el pobre. Sin embargo, de vez en cuando se topa con acontecimientos que no le dan oportunidad a la hiel. ¿Y qué hace entonces? (…) Lo que hicieron formación, maestro y solista el jueves en Madrid para Ibermúsica fue darle una patada al ángel malo y dejar sin palabras al bueno (…) Con los dos primeros compases del Chaikovski, se hizo el silencio. Con las primeras notas del solista, se profundizó en el silencio (…) todo fue imprevisible. Poco importaba haber escuchado estás páginas hasta la saciedad. La sensación fue la de encontrarse con ellas por primera vez (…) Todos parecieron disfrutar como el cocinero que va probando lo que cocina y se siente orgulloso. Radulovič demostró que se puede conseguir que la ternura sea firme. Su manera de sonreír mientras fraseaba, su comunicación con los otros instrumentos que dialogaban con él, su virtuosismo al servicio del mensaje más que del alarde, su aprovechamiento de todo efecto tímbrico (…) El sonido de toda la velada tuvo la magia del directo y la calidad de una buena grabación (…) Y, al frente de todo, Urbansky, un tipo que no dirige. Directa y literalmente, baila. Era posible seguir la música sin escucharla, viendo los movimientos del director sobre el podio, con todo su cuerpo (…) Un crítico acude a un concierto así y solo puede optar entre dos vías: mentir echando bilis o, sencillamente, disfrutar de esas cosas buenas que a veces suceden. Lo primero es fácil. Lo segundo, difícil pero justo >> Ritmo

<< Radulovic demostró virtuosismo, sensibilidad y elegancia en sus exposiciones. Destacamos la limpieza de sus staccati y las dobles y triples cuerdas, así como su notable virtuosismo en las escalas, arpegios y trinos, digitaciones y maestría en el arco (…) el tercer movimiento, de diáfana estética eslava, tiene variadas aristas técnicas que Radulovic resolvió con altísima nota (…) [Mussorgski] una buena puesta en sonido del abundante colorismo y la enjundia orquestadora de Ravel (…) Sorprendieron la elegante sequedad de sus cortes y ataques, y lo sedoso de sus cuerdas graves y agudas, en las que no hay límite para la dinámica, así como la ductilidad de sus metales, que solos o empastados, lucieron un sonido cálido y de elegante empaque, pocas veces escuchado. El viento-madera y el viento-metal sonaron primorosos, sobre todo en fagotes y flautas (…) El triunfo del maestro Urbanski, desde el punto de vista del público, fue muy notable >> Codalario

<< [Urbanski] es un todo terreno movedizo, ágil y cimbreante. Marca con presteza y claridad, dibuja anacrusas con entusiasmo y se maneja con la seguridad de un maestro en ciernes. No es por ello un arrojado que se entrega fácilmente con fogosidad sin seso al discurrir de la música y se deja llevar por tempi en exceso vertiginosos, sino que sabe dar la pauta rítmica adecuada (…) “Cuarta Sinfonía” de Mahler bien expuesta y analizada, claramente diseñada y planificada. Se han escuchado todas las voces y timbres, lo que no es habitual. Ha sabido recrear con finura muchos instantes y ha llegado, por ejemplo, de manera magnífica, al gran “crescendo” que corona el tercer movimiento (…) [Shostakovich] Urbanski deletreó con fruición y lucidez el Lento inicial, expuesta calma y contenidamente. Hermosos los compases finales con los trinos de la celesta al fondo. Diligente y ajustada la exposición de los tramos finales de la obra y merecidos aplausos, que sonaron aún más fuertes el segundo día al concluir la interpretación de “Cuadros de una exposición” de Musorgski en la conocida orquestación de Ravel. Todo sonó a satisfacción impelido por la móvil, amplia y clara batuta, en los distintos episodios, cada uno con su carga expresiva y su acentuación. Hubo números magníficos (…) donde todo el aparato orquestal brilló poderosamente (…) la Filarmónica se mostró en forma excelente >> La Razón

<< Quien haya escuchado, en vivo o en grabación, a Radulovic, habrá podido comprobar inmediatamente que no se trata de un violinista comme il faut. Virtuoso de primera, su grabación de este concierto anunciaba en buena medida lo escuchado ayer. El serbio-francés lleva el juego agógico y dinámico al extremo: aceleraciones tremendas y repentinas, frenazos en seco, pausas que, más que respiraciones lógicas, son prolongadas en lo que parece una búsqueda de una tensión inesperada, y dinámicas con pianissimi apenas audibles, que no encuentran el extremo opuesto porque el sonido, por lo demás cálido y lleno (cuando así lo pretende), no abruma por la potencia >> Scherzo

Créditos: Rafa Martín / Ibermúsica