El jueves 26 de mayo Ibermúsica celebró formalmente su último concierto de la temporada 21/22, si bien en esta temporada atípica sus series no se cerrarán por completo hasta los meses de octubre y noviembre con la celebración de los conciertos pospuestos de la Filarmonica della Scala (Arriaga, domingo, 2 de octubre 2022) y la Orchestra Nazionale di Santa Cecilia, (Barbieri, lunes, 14 de noviembre 2022).

Veintisiete años después de su última visita, la Orquesta Filarmónica de Varsovia regresaba a Ibermúsica para ofrecer una gira española por las ciudades de Zaragoza (martes 24 de mayo), Barcelona (miércoles 25 de mayo) y Madrid (jueves 26 de mayo). En estas citas acompañaron a Behzod Abduraimov, uno de los pianistas más prometedores de su generación, en un clásico del repertorio: el Concierto para piano núm. 2 de Rachmaninoff. Bajo la batuta del director Andrzej Boreyko, la agrupación ofreció, además, la Pequeña Suite de Lutosławski y la Sinfonía en do menor de Grieg. Como muestra de rechazo a la guerra, la agrupación interpretó el himno ucraniano ante un Auditorio Nacional de Música con el público en pie. Abduraimov ofreció como propina La campanella de Liszt, mientras la Filarmónica de Varsovia cerró la velada con la transcripción para orquesta de G. Fitelberg de la Polonesa en La Mayor op. 40 nº 1 de Chopin

Estos son algunos de los comentarios que la crítica especializada ha realizado sobre esta gira.

Créditos: Rafa Martín/Ibermúsica

<<[Behzod Abduraimov] demostró sobradamente que durante este tiempo ha hecho un avance kilométrico con el que ha alcanzado un grado de madurez que lo ha convertido en un auténtico virtuoso que toca con fuerza, pasión y sensibilidad a partes iguales. Abduraimov interpretó el concierto de Rachmaninov completamente entregado a la pieza, como si le fuera la vida en aquella ejecución, y con un grado de racha de esta magnitud tuvo al público en estado de tensión constante. Por encima de una factura técnica fabulosa, el temple, la vitalidad y la energía que Abduraimov vertió en la ejecución la convirtieron en una interpretación muy personal y casi única. Hay que añadir que, como algunos otros pianistas, la sensibilidad extrema del músico uzbek se hizo perceptible más allá del sonido del piano, a través de una respiración audible. La Filarmónica de Varsovia tuvo un papel brillante junto a Abduraimov y no se limitó a hacer de cuerpo instrumental acompañante, sino que dialogó con el solista en plan de igualdad >> Elsa Álvarez Forges – Nuvol

<< El punto álgido del concierto llegó con un excepcional Behzod Abduraimov como solista del Concierto para piano nº 2 de Rachmaninov. El pianista uzbeko se ha asentado como uno de los grandes especialistas del legado del compositor ruso (…) Abduraimov es fuerza, entrega, pasión (…) su pianismo emergía desde los primeros acordes y arpegios del concierto con una fuerza y apasionamiento que no abandonó a lo largo de todo el primer movimiento. El equilibrio que le ofrecieron Boreyko y la Filarmónica propiciaron un segundo movimiento repleto de belleza, lirismo y romanticismo que, sin caer en alambicamientos, se movía por una profunda serenidad. Del piano de Abduraimov ante todo emerge la potencia del articulado, la claridad, el uso del pedal medido, los ataques de acordes, la seguridad y una potencia sonora bien empleada en pro al apasionamiento tan ideal para este concierto de Rachmaninov >> Lluís Trullén – Scherzo

<< La “Petite Suite” de Lutoslawski (…) fue ejecutada primorosamente por la Filarmónica de Varsovia gracias al detallismo y control de la cuidadosa batuta de su director titular Andrzej Boreyko, sobresaliendo cuerdas y maderas. Después asistimos a una colosal y emocionante interpretación del bellísimo y legendario Concierto para piano nº 2 de Rachmaninov donde brilló Abdumairov con una técnica descomunal, un fraseo elegante y una enorme sensibilidad sin atisbo de afectación.Si a éllo unimos que el pianista uzbeko se vio arropado por el suntuoso sonido de la Filarmónica de Varsovia , logrando momentos intensos y brillantes, es comprensible y justificada la respuesta entusiasta del público. Abdumairov ofreció “La Campanella” de Liszt como bis, elegante y brillantísma (…) precioso broche final de la temporada 21/22 en la serie Arriaga, que nos hace esperar impacientes la prometedora temporada 22/23 de Ibermúsica >> Luis Agius, Parnaso de las artes

<< [Andrzej Boreyko] Director eficiente, puntilloso, de gesto suave y elegante, discreto y buen modelador de estructuras sinfónicas. Era cuasi novedad por estos parajes la “Pequeña Suite” de Lutoslawski, dividida en cuatro movimientos hábilmente trazados y alimentados con elementos folklóricos reconocibles, tratados con finura y pluma estilizada, levemente coloristas, en técnica muy pulcra (…) La versión sonó plácida, rica de timbres y clara de texturas. No hay duda de que el joven y premiado Behzod Abduraimov, a quien hemos visto ya alguna vez por aquí, es un pianista muy dotado, de esos “que las dan todas”. Pero es inteligente y sabe decir, expresar, extraer lirismos de altura y frasear con sentido. Ataques fulgurantes de alternan en su pianismo con delicuescencias exquisitas. Conoce la técnica de la regulación y pasa en un sinsentir del arrebato fogoso a la finura más extrema, lo que enriquece la lectura de una obra caleidoscópica como es el “Concierto nº 2″ de Rachmaninov, que Boreyko acompañó con cuidado y presteza (…) [Abduraimov] regaló, en brillantísima ejecución, “La campanella” de Paganini-Liszt >> Arturo Reverter – La Razón

Créditos: Rafa Martín/Ibermúsica