La prestigiosa Franz Liszt Chamber Orchestra nos visitó de nuevo el pasado miércoles 20 de abril. En esta tercera visita de la formación a nuestras series, tras su presentación en 1995 y su regreso en 2004, se subieron al escenario del Auditorio Nacional de Música con el violonchelista István Várdai, que firmaba su debut en Ibermúsica con el Concierto para violonchelo y orquesta n.º 1 en do mayor de Haydn. Tras una interpretación que arrancó las ovaciones del público, el solista ofreció como propina el Capricho de Cassadó.

La agrupación húngara, que visitó la serie Arriaga de Ibermúsica y el ciclo BCN Clàssics en sustitución de los Virtuosos de Moscú, abrió el concierto con la Holberg Suite, Op.40 de Edvard Grieg. Tras acompañar a Várdai en el concierto para violonchelo de Haydn, el público disfrutó los Tres reflejos sobre una pastoral de invierno de Xavier Montsalvatge, la Serenata para cuerdas en do mayor, Op. 48 de Chaikovski y una propina de Leó Weiner: Fox Dance.

Recogemos en esta entrada algunas de las impresiones de la crítica tras los conciertos en Madrid y Barcelona.

Créditos: Rafa Martín/Ibermúsica

<< Siendo el violonchelo un instrumento habitual en las programaciones, no es común apreciar todos sus registros con tanta facilidad como lo fue en este concierto. Várdai es muy apreciado por sus apariciones en directo y en Madrid demostró porqué (…) Fue una versión con carácter, de tempo rápido, vibrante y con fuerza, evitando la prisa y abrazando la ligereza, y que culminó con un bis muy solicitado por el público y magistralmente ejecutado, el “Capricho” de inspiración folklórica de Cassadó (…) La Serenata para cuerda en do mayor de Chaikovski fue la encargada de cerrar el programa (…) Fue muy bien recibida por el público del auditorio, que no paró de aplaudir hasta que consiguió el segundo bis de la noche, en este caso Fox Dance de Weiner. Una pieza breve, animosa y perfecta para cerrar un programa al que se le alaban el buen gusto y la selección >> Esther Martín, Ritmo

<< [Várdai] Su sonido posee un espectro noble, enjundioso, lleno y suntuoso, de coloraciones penumbrosas y recogidas, pero, en virtud de un imponente juego de arco, de amplio y flexible registro. Exhibe en todo momento una clara articulación, una afinación ejemplar y un fraseo muy pulido pero expresivo. Rasgos que dejó evidenciados también en este caso con una impetuosa pero adecuadamente regulada, sin apartarse de una concepción clásica, lectura del “Concierto nº 1 en Do mayor” de Haydn (…) encontró nuevas luces en esta interpretación, ágil, dotada del nerviosismo prescrito en los extremos y perfectamente cantada en el “Adagio” (…) La Orquesta puso de manifiesto su engranaje, su aplicación, su toque apasionado cuando a cuento viene y su lustrosa sonoridad, de un refinamiento relativo pero resultón >> Arturo Reverter, La Razón

<< La orquesta húngara ofreció un programa ecléctico que fue desde Haydn hasta Montsalvatge, en una interpretación magnífica que superó todas las expectativas. (…) tocó con un sonido brillante y generoso, sin ser apretado o demasiado denso. Las cuerdas se escucharon libres, con todas las partes instrumentales dialogando entre sí en una conversación educada y armoniosa en la que cada uno tuvo el protagonismo correspondiente (…) se caracterizó por una belleza completamente apolínea, contenida, medida y llena de una elegancia aristocrática. Cerrando los ojos, habríamos podido pensar que nos habíamos trasladado del Palacio de la Música del palacio del príncipe de Esterházy. István Várdai correspondió al estilo de la orquesta con un sonido dulce y natural, creando belleza sin esfuerzo, sin golpes de arco bruscos ni manierismos. Las líneas melódicas fluyeron como la seda más fina, con delicadeza, con la belleza inherente al clasicismo vienés, sin una brizna de arrebato, y es que la música de Haydn apela directamente a la razón pura. El Adagio central se convirtió en un oasis de paz hipnótico con el que Várdai dejó a los oyentes suspendidos en el aire (...) Várdai no hizo virtuosismo vacío, sino arte lleno de belleza; primó la elegancia a la expresividad >> Elsa Álvarez Forges, Nuvol

<< El conjunto húngaro mostró un sonido compacto, generalmente bien empastado, atractivo y muy capaz de dinámicas anchas, y su concertino, Péter Tfirst, comandó con criterio más correcto que especialmente inspirador. (…) El Primer concierto para violonchelo de Haydn nos trajo el punto más alto de la velada (…) el protagonista aquí fue el violonchelista Várdai, armado nada menos que con el Stradiviarius que en su día perteneció a Jacqueline du Pré (…) Várdai extrajo un sonido precioso, lleno y con buena presencia, del formidable instrumento que tenía en sus manos. Lo hizo con impecable afinación y sobresaliente agilidad de arco, fraseando con gracia y elegancia, siempre brillante la ejecución, incluyendo la cadencia del primer tiempo. Estupendo el canto del segundo, muy bien delineado en la expresión y sacando el mejor partido de la capacidad cantable del chelo (…) Dice mucho de ambas que a tan alta velocidad no se perdiera detalle en ningún momento. El éxito fue comprensiblemente grande (…) Buen concierto, sin duda >> Rafael Ortega Basagoiti, Scherzo

Créditos: Rafa Martín/Ibermúsica