La noche del pasado 23 de febrero, Yo-Yo Ma regresaba a Ibermúsica 27 años después de su presentación para regalarnos una velada inolvidable. El mítico violonchelista ofreció en un concierto sin intermedios las Seis Suites de Bach para violonchelo sólo, una integral que ha acompañado a Yo-Yo Ma durante sus sesenta años de carrera en los escenarios de todo el mundo (especialmente tras arrancar en 2018 su Bach Project) y que supone, sin lugar a dudas, uno de los pilares del repertorio para este instrumento. El solista cautivó al público de un auditorio lleno (colgó el cartel de "Entradas agotadas" con días de antelación) que rompió en aplausos tras dos horas y media de pura música y emoción. El músico selló la velada con una maravillosa interpretación de la adaptación de El cant dels ocells de su referente Pau Casals.

Recogemos en esta entrada algunas de las impresiones del concierto ofrecidas por la crítica especializada. 

Créditos: Austin Mann

<<Escuchar su versión de las “suites” es algo que debería hacerse, al menos, una vez en la vida (…) Yo-Yo Ma parecía sacar la música de su interior, con un discurso muy personal en el que escucha cada nota mucho antes de tocarla e interpretaba con todo el cuerpo, a través del violonchelo, pero con participación de todo su ser. Y todo ello sin perder el tempo, la flexibilidad del fraseo se producía en la propia línea musical, pero no en la medida final, por lo que el oyente percibe una gran musicalidad pero no pierde el pulso que parece guiarlo y llevarlo de un compás a otro. Aunque parece sencillo, es realmente complicado conseguirlo (…) Tras el esfuerzo titánico que supone interpretar esta pieza durante unos 150 minutos, sin descanso, llegó un bis que canalizó toda la emoción que la música de Bach había provocado. El cant des ocells cerró el concierto (…) sonaron los pájaros con los que Pau Casals quería decir adiós a los conflictos políticos y bélicos. Todo un símbolo sonoro con el que se despidió Yo-Yo Ma y que dejó al público aplaudiendo y llorando por igual>> Esther Martín, Ritmo

 

<<Presentar las seis Suites, de memoria, con todas las repeticiones (…) es algo que solo un músico con una resistencia física y mental a prueba de bomba es capaz de hacer (…)  Ma va más allá, se encamina a transmitir la dimensión espiritual de esta música. A presentarnos en toda su riqueza la carga emotiva que contienen muchos de sus momentos (…) contagia sensibilidad, alegría, emoción, toda una epifanía de un espíritu que al final emociona de manera irresistible en su júbilo (…) el resultado final es el de una rendición ante un artista descomunal, que está tan absolutamente convencido y entusiasmado con su visión de todos los entresijos de esta colosal colección, que resulta tarea muy difícil, si no imposible, resistirse a su magnetismo. Es una rendición que aceptamos encantados, claro está. El éxito fue apoteósico, como no podía ser de otra manera (…) la evidencia de la grandeza de una música y de la enorme dimensión de un artista capaz de poner de manifiesto toda la emoción que ella es capaz de despertar. Una velada, sí, de conmovedora libertad y paz. Qué grande es Bach, que siempre queda por encima>> Rafael Ortega Basagoiti, Scherzo

 

<<Bach es el compositor de todos los tiempos, aquel por el que las modas jamás pasarán, porque su música es matemáticamente la más pura que podamos imaginar, la que al mismo tiempo más impulsa en nuestras mentes la imaginación (…) Estas suites exigen una gran concentración al solista, pero también al público y por eso resultó sorprendente que Yo-Yo-Ma las ofreciese sin descanso y de memoria, sin partitura alguna. También que el público escuchase con silencio y atención durante dos horas y media. Las ha grabado tres veces, la segunda de ellas con imágenes, y no puede dudarse de su compenetración con ellas (…) Una esperanza. Éxito monumental>> Gonzalo Alonso, La Razón

 

<<No cabe duda de que nos encontramos ante un concierto de una calidad mediática insuperable, cuando se trata de Yo-Yo Ma interpretando la integral de las suites de chelo de Bach. Ambos, intérprete y compositor, atraen al público incondicional, y la partitura, con todo su misterio, goza de un lugar especial dentro de la inmensa producción del genio alemán (…) Comenzó el concierto con un acto simple, pero que merece la pena ser destacado, con Yo-Yo Ma completamente preparado para acometer la primera Suite, pero aguardando pacientemente y sin perder la sonrisa a que todo el mundo tomara asiento, para que nadie perdiera ni una sola nota del famoso Preludio de la primera, y como pretendiendo hacernos partícipes del carácter solemne de esta partitura. Acometió el Preludio con libertad rítmica y tempo más bien vivo, con una articulación audaz que favoreció a la percepción de un fraseo continuo, con notorios acentos y un sonido profundo y poderoso que no se resintió del imponente tamaño del auditorio. Más bien al contrario, si alguien pensó que íbamos a estar ante una interpretación meditabunda y ensimismada en cuanto al sonido, sin duda debió llevarse una sorpresa>> Jorge Baeza Stanicic, Bachtrack

 

<<Yo-Yo Ma nos ofreció una interpretación que nada tiene que ver con lo puramente histórico, pero que marca una visión tremendamente personal del compositor alemán. Una versión que se caracterizó por su intimismo y recogimiento, que le aportó solemnidad y devoción a la velada. Los sonidos amplios y de gran potencia se dejaron para momentos puntuales, lo que provocó que reluciera un recurso que casi siempre suele pasar desapercibido: el silencio como elemento semántico del discurso musical. Yo-Yo Ma usaba sus silencios como elemento significante para navegar por las intrincadas frases de Bach, en lugar de usarlos como mero punto de descanso o respiración (…) consiguió que la audiencia se quedara absorta en la transición a la última suite, donde a pesar del cansancio el violonchelista desplegó toda gama de matices virtuosismo técnico, poniendo a la noche un broche final a la altura de la acción titánica que acabábamos de presenciar (…) la monumental tarea fue cumplida y nos dejó grandes momentos que atesorar y nuevos prismas desde los que acercarnos a cada una de las suites. La calidad interpretativa y humana de Yo-Yo Ma se ganó al público, que estalló en una ovación al terminar (…) una agradable velada donde se disfrutó de la grandeza del genio de Bach bajo el paso que nos marcaba Yo-Yo Ma en cada danza. Música eterna y atemporal>> Esther Jiménez, Clásica RI

 

<<Yo-Yo Ma, en una noche histórica de la que seguiremos hablando dentro de mucho tiempo, nos hechizó cual flautista de Hamelin. Nos embarcó en un viaje sobrecogedor, donde se crecía en cada nueva suite (…) El sonido de Ma siempre fue pulcro y de gran belleza (…) descubrimos en él un punto de expresividad superior y, por qué no decirlo, una puesta en escena casi litúrgica, pero paradójicamente muy natural. Con la mirada hacia el cielo, cerrada en muchos momentos, Ma nos transmite que esta música de Bach es pura joie de vivre (…) podemos destacar la zarabanda de la segunda suite, realmente mágica. O toda la tercera, que dedicó a todo el público donde el nivel de hipnotismo empezó a crecer. La atmósfera siguió cargándose con la cuarta, y con la quinta mencionada antes. En la sexta nos sentimos todos en el centro de una liturgia descarnada, con el Sr. Ma en el punto central oficiando de sumo sacerdote, y con todos nosotros absortos y con el corazón en un puño. La respuesta del público fue un clamor. La tensión que llevábamos tanto tiempo acumulando pudo por fin liberarse. (…) Salimos convencidos de haber asistido a un concierto emocionante e histórico>> Pedro J. Lapeña Rey, Codalario

Créditos: Austin Mann